lunes, 4 de enero de 2010

Lo místico y lo secreto como constitutivos de la realidad



"... el temor casi supersticioso a la palabra místico como si esa palabra significara algo más que adepto a unas doctrinas casi secretas o buscador de cosas que permanecen ocultas. (Y, sin embargo, todos sabemos que todo pensamiento profundo permanece en parte secreto, a falta de palabras que lo expresen, y que todas las cosas tienen su parte oculta)."

Margarite Yourcenar

Sugestivas palabras de esta notable escritora. Le quitan al misticismo la corriente e instalada noción que lo definen como algo "supersticioso e irracional". Lo místico según la autora está vinculado con el secreto que alberga en todo pensamiento profundo. Si extrapolamos este criterio al plano de las relaciones humanas percibimos que en las mismas también alberga el límite que impide que se agote el conocimiento del otro. El otro/a aunque revelado, mantiene siempre el enigma de una singularidad y una existencia donada y gratuita.

En este sentido, lo místico sigue siendo un desafío para el pensamiento de nuestros tiempos.

3 comentarios:

  1. Juan Manuel Bulacio5 de enero de 2010, 3:08

    La palabra ha sido mal utilizada por muchos, por ello causa algún resquemor. Leer a "los místicos" católicos nos dará una idea del sentido clásico del término. Lo místico como profundo, como elevado, como ordenado a la trascendencia aún en lo cotidiano y en el encuentro con el otro es un significado actual superador y desafiante. Un abrazo. JMB

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  2. Lo místico se puede pensar como lo opuesto de lo religioso. Si la religión es la "ligazón" entre lo comunitario y lo divino, el misticismo es la búsqueda personal y solitaria.
    Toda religión se basa en la trascendencia de lo divino, dios está más allá y nos mira o condena, es el pantocrátor. En el misticismo, dios está adentro nuestro, es inmanente y sólo una profunda y silenciosa introspección nos conecta con lo divino. Atman es Brahman, que se podría traducir como el espíritu individual es el espíritu del cosmos.
    Yourcenar aporta genialmente el tema del secreto, de lo que falta, del silencio.
    Hay mucho más misterio y reverencia en la soledad que en los rituales de la religiosidad.

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