domingo, 3 de junio de 2012

La cultura de la eyaculación precoz

 Hemos liberado el sexo, pero a costa de sacrificar la seducción. Y nuestra sexualidad funciona y sincroniza con el acelerado ritmo de la circulación del capital, de los bienes de cambio... Esto es lo que afirma Baudrillard: ha surgido un nuevo imperativo. El imperativo del goce.De un goce supuestamente "liberado" pero sin seducción, es decir, sin apasionamiento humano...

Somos una cultura de la eyaculación precoz. Cualquier seducción, cualquier forma de seducción, que es un proceso enormemente ritualizado, se borra cada vez más tras el imperativo sexual naturalizado, tras la realización inmediata e imperativa de un deseo. Nuestro centro de gravedad se ha desplazado efectivamente hacia una economía libidinal que ya sólo deja sitio a una naturalización del deseo consagrado, bien a la pulsión, bien al funcionamiento maquínico, pero sobre todo a lo imaginario de la represión y de la liberación. Sin embargo, tampoco se dice: "Tienes un alma y hay que salvarla", sino:
"Tienes un sexo, y debes encontrar su buen uso."
"Tienes un inconsciente, y "ello" tiene que hablar."
"Tienes un cuerpo y hay que gozar de él."
"Tienes una libido, y hay que gastarla", etc.

Esta obligación de liquidez, de flujo, de circulación acelerada de lo psíquico, de lo sexual y de los cuerpos es la réplica exacta de la que rige el valor de cambio: es necesario que el capital circule, que no tenga un punto fijo, que la cadena de inversiones y retroinversiones sea incesante, que el valor irradie sin tregua - esto es la forma de la realidad actual del valor, y la sexualidad, el modelo sexual es su modo de aparición en los cuerpos. (Jean Baudrillard, De la seducción, p. 42)