
Los antiguos pensadores griegos sostenían que existía una relación entre el
Lógos (entendido como orden o sentido) cósmico y el quehacer humano. Para funcionar correctamente, la
Pólis (ciudad) de los hombres debía reflejar el
Lógos, la dinámica de las leyes cósmicas. Esta concepción cósmico-social también ha estado presente en diversas culturas pre-modernas.
En el mundo moderno, con el advenimiento de la burguesía, este paradigma de la realidad ha caducado dando reeemplazo a los gobiernos democráticos con el propósito de generar una sociedad más justa, libre e igualitaria. La modernidad ha suplantado la visión de la totalidad con el propósito de privilegiar al hombre en tanto individuo. Con sus consecuencias positivas (que las hay) y sus efectos negativos (que también existen), lo cierto es que somos, nos guste o no, modernos, en algunos casos, ya post-modernos, en otros, todavía pre-modernos. Esto implica que vivimos, en lo general, en grandes ciudades, que gozamos de ciertos derechos (avalados por la respectiva Constitución) y hemos dejado atrás a la época Antigua y a la Edad Media. Ya nadie tolera la servidumbre, los derechos humanos son universalmente aceptados y la democracia se extiende, incluso, hacia otros seres vivientes (democracia y ecología). La consigna es que el hombre respete y sea respetado en sus derechos cívicos.
Sin embargo, cuando vislumbro y experimento lo que está sucediendo por estos tiempos en la Argentina me doy cuenta que la "ira" de los antiguos dioses está retornando. Esta ira se manifiesta en forma de
"Caos". Pero un Caos comprendido como un des-orden extremo librado a la anarquía de las pasiones.
Macri con su buena intención de regular el tránsito empezó a multar a aquellos conductores que violan las reglas. Aunque parezca mentira, en la Argentina del siglo XXI, todavía hay gente que se cree "viva" por cruzar un semáforo en rojo o no usar el cinturón de seguridad. La intención de Macri es buena, aunque también muestra su ingenuidad al considerar que estas cuestiones se "arreglan" de un día a otro en un contexto totalmente desbordado.
Mientras Macri quiere "poner orden", los paros y las marchas permanentes obstruyen el paso de los automóviles, los colectivos y los transeúntes. Cualquier grupo minoritario interrumpe el tránsito y alega "razones" (algunas veces atendibles, otras no) que violan la Constitución Nacional. Colegios tomados por 20 o 30 alumnos que impiden que prosigan normalmente las clases y perjudican a sus propios compañeros. Autoridades pasivas, rectores que adolecen de poder para poder sancionar la indisciplina. Padres de alumnos que parecen inexistentes Y una policía que oscila entre el miedo, la impericia y la impotencia.
La ciudad es un "caos", dicho en términos vulgares y cotidianos: un quilombo. Un quilombo muy poco sensual y altamente peligroso. La agresión parece marcar su cadencia, el
Lógos u orden de la misma fue desplazado por el ritmo del "salvese-quien-pueda" y la violencia que ejercen los asesinos y los delincuentes. Los criminales andan sueltos, los motochorros son una plaga y los "pibes chorros" ya constituyen parte del paisaje cotidiano de la metrópoli.
Es indudable que la
Pólis se ha separado del
Lógos y lo que predomina es el
Caos. Ya no hay dioses a quienes realizar sacrificios para que de este modo se pueda contener la escalada de violencia. No hay dioses, pero siguen y se multiplican los sacrificios. Miles de personas los padecen en mayor o menor medida. Desde el malestar de un tránsito que es abrúptamente interrumpido por una marcha ridícula, hasta la posibilidad de que un pibe con la cabeza literlamente quemada te "quite la vida". Los sacrificios humanos se prosiguen consumando aún cuando los dioses se hayan retirado. El poder del mal está vigente.
No hay
Lógos, hay
Caos. Los dioses se han ido, pero hay quienes han heredado el poder de su inuscitada violencia. Sólo que ese poder ahora es humano. "Humano, demasiado humano"y proviene de los mismos gobernantes. Hombres codiciosos, cuya ambición política parece tornarlos socialmente insensibles.
Stalin, Hitler, las dictaduras mundiales (incluida la nuestra) utilizando las estrategias políticas del Estado han justificado la matanza de miles (o millones) de personas. En estos regímenes el accionar proviene a partir de una deliberada praxis fundamentada ideológicamente. Existen también Estados que no justifican la matanza de
sus ciudadanos. Dichos Estados no accionan ni planifican nada de eso, simplemente
permiten que sus ciudadanos padezcan la inseguridad y sean víctimas de la violencia. Y a eso lo denominan "progresismo"...