Para los antiguos griegos la verdad era definida como alétheia, un des-ocultamiento que nunca se revela completamente, que siempre en parte se nos oculta...
El Universo es misterioso. Quiero decir, nuestra inteligencia posiblemente intelija parte de aquello que denominamos como "realidad", pero de ninguna manera la agota. Intentar saber todo, erigirse en "amo" de la verdad no solamente es un acto de desmesura sino un atentado contra nuestro propio ser, contra nuestra auténtica condición humana. Por ello, la verdad debe ser respetada, si se la intenta des-cubrir arrebatadoramente nos enloquece y puede terminar destruyendonos.
"Un joven, ansioso de descubrir la verdad (tal vez un científico, si nos es lícito usar este término moderno) entró cierta vez al templo y vió la imagen cubierta. Cuando preguntó a un guía si sabía lo que ocultaba aquel velo, el hombre le respondió horrorizado que no lo sabía y luego le dió un informe oficial sobre la antigua ley. El reflexivo joven salió del templo aquel día, pero una sed irresistible de conocer la verdad lo impulsó a regresar por la noche con la intención de cometer sacrilegio. A la espectral luz de la luna entró en el templo de Osiris y apartó el velo de la imagen. Nadie sabe lo que vió, pero la leyenda insiste en que aquel joven fue encontrado casi muerto por los servidores del templo a la mañana siguiente y al pie de la imagen. Una vez vuelto a la vida, no quiso hablar de su experiencia, salvo para lamentarla. A pertir de entonces su vida careció de vivacidad, sus actos eran indiferentes y pereció prematuramente."
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