martes, 13 de septiembre de 2011

No podemos vivir sin dioses...

"Hoy, quizás, nuestra única ventaja consiste en saber mejor qué es la Ilustración, en qué consiste su anunciada liberación de los viejos dioses, liberación que, a la postre, se convirtió en un proceso de teologización completa de la realidad, del universo, en la misma medida en que se consumaba la desdivización del mundo. Este proceso continuó cuando, a finales del siglo XVIII, cayó el viejo Dios de la filosofía, cuando el dios causa sui reveló su más profundo silencio, porque el dios lógico de la teología filosófica ya había sido explotado hasta alcanzar su resultado: la constitución lógico-teológica del mundo. Con ese resultado, empero, se ganó también la posibilidad de nuestra autodestrucción." (...)

"Así, la ciencia, como expresión más alta de la Ilustración, ha venido a amenzar "la casa" el oikos al convertirla en un mundo accesible por todos sus lados. Una sombra mayor que cualquier misterio, más vacía, más "racional", amenaza el fundamento mismo de esa casa: la naturaleza. Si la naturaleza fue una vez la unidad misma, la ciencia la ha suplantado como tal, porque se ha constituido en la referencia absoluta." (...)

Así, hoy, como ayer, reclamar una nueva mitología significa exigir que la sociedad sea reconquistada por los hombres y que la naturaleza no discurra desvinculada de la vida, que no sea sólo mera ciencia de la naturaleza; significa también que la sociedad no sea comprendida ni tratada como un mecanismo, sino como algo vivo, orgánico, donde por lo tanto no se produzca esa egoísta escisión entre la vida pública y la insípida vida privada, donde cada cual vive aislado en aquella omnipotencia narcisista que se agota en sí misma: que exista una sociedad en que sea posible, en definitiva, la verdadera literatura, la poesía, porque sin mitología, no es posible "tampoco producir ninguna poesía grande y valiosa". Pero como también dice Schelling, "la mitología no renacerá hasta que los dioses vuelvan a reconquistar la naturaleza." En esa reconquista, en esa revolución también volverían a ser uno la naturaleza y el hombre, la naturaleza y el espíritu.

Partes del prólogo (escrito por Arturo Leyte y Helena Cortés) al texto El dios venidero, Lecciones sobre la nueva mitología, de Manfred Frank.

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